De lo “preliminar” a un análisis posible: Inconciente, transferencia y posición del analista.
- Luciana Merkt
- 25 may 2022
- 7 Min. de lectura
Actualizado: 26 may 2022
Para comenzar… de inicios y jugadas
En “Sobre la iniciación al tratamiento” (1913), Freud compara la terapia psicoanalítica con el juego de ajedrez, señalando que, tanto en una como en el otro, sólo las aperturas y los finales pueden ser objeto de formalización sistemática, mientras que lo que sucede entre ambos momentos, la infinidad de “jugadas”, se sustrae a tal sistematización. Es así como propone iniciar la terapia analítica con lo que llamó “período de prueba” o “tratamiento de ensayo”, en el cual se reserva un determinado tiempo para establecer un diagnóstico diferencial y decidir si ese paciente es apto o no para entrar al dispositivo analítico. De esta manera, Freud advierte de la rigurosidad que deben poseer los primeros encuentros con un paciente; esto significa que las primeras entrevistas no deben constituirse en un mero trámite, sino que, por el contrario, son decisivas. Aceptar o no a un consultante, ya constituye un acto analítico.

“Entrevistas preliminares” es la expresión empleada por Lacan para referirse, con algunas diferencias, al tratamiento de ensayo freudiano. ¿Preliminares a qué? Al análisis. Lacan sitúa a las entrevistas preliminares como condición de entrada a un análisis posible: “No hay entrada posible en análisis sin entrevistas preliminares”[1]. También nos advierte, al igual que Freud, que dicha entrada no es un procedimiento automático, que pueda regularse anticipadamente, con un número fijo de entrevistas. En otras palabras, algo debe suceder para que la entrada en análisis se produzca, algo que no tiene que ver con un tiempo cronológico, sino con un tiempo lógico, el tiempo de la transferencia.
¿De qué se trata un análisis? Se trata de un decir, pero no de cualquier decir, sino de un “bien decir”, de un saber no sabido fundamentado en la existencia del inconciente estructurado como un lenguaje, que pulsa, que abre un hiancia entre significantes, allí donde el sujeto se ve representado. Lacan dirá que lo que funda el psicoanálisis como praxis es la posibilidad de tratar lo real mediante lo simbólico. Tanto en las entrevistas preliminares como en el análisis propiamente dicho no se trata de buscar y hallar una causa, “el inconciente se manifiesta primero como algo que está a la espera, en el círculo de lo no nacido”[2], el inconciente se manifiesta allí, en el registro de lo no realizado.
¿Cuál es, para Lacan, la función que deben cumplir las entrevistas preliminares? Evaluar qué tan posible es para un consultante devenir analizante, es decir, soportar la apuesta analítica.
El valor de las entrevistas preliminares reside en:
La evaluación clínica: En la neurosis, la rectificación o localización del sujeto respecto de sus dichos (o el “¿Qué tiene que ver Ud. con eso?”, al decir de Freud); en la psicosis, la localización de los fenómenos elementales y los fenómenos del cuerpo.
El manejo de la estrategia transferencial, lo cual supone la instalación del Sujeto Supuesto Saber que, a partir de la enunciación de la regla fundamental, de la interpretación y del deseo del analista, posibilita ubicar una demanda de análisis, más allá del pedido. En este punto, es importante diferenciar la suposición de saber de la certeza del goce, distinción central para el diagnóstico diferencial entre neurosis y psicosis.
Existe un corte entre las entrevistas preliminares y la entrada en análisis, lo cual implica la puesta en juego de la categoría de decisión, consentimiento o rechazo respecto de un saber. “Decisión” respecto del analista, en tanto acepta o no al consultante, “decisión” respecto de quien consulta de querer saber o no de lo que padece. “No quiero saber nada de eso”, es un ejemplo en que puede leerse la operación de alienación, operación a la que el psicoanálisis, desde las entrevistas preliminares mismas, intenta oponerse. ¿Cómo hacer para que alguien quiera saber de “eso”?, cuando “eso” es la modalidad de goce, particular en cada quién. Lo central del concepto lacaniano de alienación es que en toda elección hay una pérdida. En la intersección entre el sujeto y el discurso del Otro están los significantes amo (S1) que identifican al sujeto de modo tal que éste queda fijado a ellos. En este sentido, la interpretación, a través de la creación de un sin-sentido, se orienta a captar ese significante amo en el cual el sujeto ha quedado fijado para vaciarlo de sentido. En este punto, es importante tener en cuenta la paradoja freudiana: La interpretación posibilita la instalación de la transferencia pero, a la vez, no es por fuera de esta última.
En suma, las entrevistas preliminares constituyen una suerte de umbral que deberá ser atravesado por el consultante, decisión mediante. La decisión es el punto nodal a partir del cual hay pérdida: el entrevistado pasa a ser “sujeto” (en tanto lo que representa un significante para otro significante) y el “sufrimiento” dará lugar a la construcción de un “síntoma analítico”; esto es, la construcción de una pregunta en la cual el sujeto queda implicado.
El corte o umbral establecido entre lo preliminar y una entrada posible, estará determinado, en palabras de Freud, por la instalación de la transferencia, a lo que Lacan agrega, en tanto se instala un tercer término: El Sujeto Supuesto Saber, término que, paradójicamente, no se constituye a partir del saber, sino a partir de la ignorancia. Dar lugar al inconciente implica alojar y poner a circular un saber no sabido que se pone en juego en el síntoma que se construye a partir de la transferencia. El tiempo de las entrevistas preliminares es el tiempo de la transferencia.
Lacan señala que una forma esencial en la que aparece el inconciente es la discontinuidad, allí donde hay una vacilación. “El inconciente se manifiesta siempre como lo que vacila en un corte del sujeto – de donde vuelve a surgir un hallazgo, que Freud asimila al deseo – deseo que situaremos provisionalmente en la metonimia descarnada del discurso en cuestión en que el sujeto se capta en algún punto inesperado”[3].
La localización del sujeto en tanto significante no es sin la transferencia, sin la presencia del analista, la cual ya constituye una manifestación del inconciente. El sujeto se abre y se cierra en una pulsación temporal, en palabras de Lacan. Dicha pulsación que abre y cierra da lugar al significante que marca, es decir que no es sin el significante. La función del analista es la de ser testigo de una pérdida, función que no tiene ganancia (ningún bien) a no ser por la pulsación, metonimia del deseo. La ganancia existe en la medida en que la causa se ubica como perdida y en la medida en que sobre esa pérdida, esa falta, se monta el objeto a en tanto causa.
Siguiendo a Lacan en su Seminario I, el dispositivo analítico se sostiene a partir del desplazamiento del eje imaginario al simbólico, brinda la posibilidad de que el sin-sentido aparezca. Es en los efectos del sin-sentido donde surge el sujeto del inconciente. En psicoanálisis hay tres, el tercer elemento es la palabra, lo simbólico, el Otro del sujeto que lo preexiste y determina. Pero, a la vez, lo simbólico no puede sostenerse sin la dimensión de lo imaginario, del sentido, de la significación.
En psicoanálisis no se trata de la búsqueda del bien del sujeto, sino de la puesta en juego del deseo en tanto se desliza metonímicamente en la cadena significante, y de la pulsión, en tanto repetición en transferencia. La interrogación, fundada en la atención flotante freudiana o en la docta ignorancia lacaniana, permitirá situar aquellos detalles (“divinos detalles”, al decir de Miller) que harán de esa repetición o “mas-de-lo-mismo”, “otra cosa”, ese rasgo diferencial que puede aparecer en un análisis y que, en un segundo tiempo, podrá aportar un valor diferencial para cada caso. Por lo tanto, las entrevistas preliminares constituyen un dispositivo no sólo técnico, sino y fundamentalmente, ético.
Palabras finales
En párrafos anteriores, se señaló que las entrevistas preliminares deberán orientarse a interpelar la posición de dominio que cree tener el consultante sobre sus dichos: “Sé que me pasa esto pero no sé cómo curarme”, y dar la posibilidad de que se localice al sujeto y se construya el síntoma: “No sé qué es lo que me pasa”. La pregunta es: ¿Qué pide el consultante que se acerca a un dispositivo analítico?, ¿todas las personas que consultan lo hacen para iniciar una apuesta analítica? Estos interrogantes se ponen en juego especialmente en las instituciones, teniendo en cuenta que, en primera instancia, la transferencia es hacia la institución y recién luego hacia el analista. La demanda de análisis se instala allí donde un analista cualquiera se sustituye al psicoanálisis en general.Muchos pacientes consultan derivados, ya sea por el médico o por familiares. Entonces, en primer lugar se debería establecer quién solicita y porqué motivos. Es recién luego de este primer momento en que se puede evaluar si ese consultante estará dispuesto a ponerse a trabajar.
En palabras de Lacan, debe existir primero un “instante de ver” para después, tal vez, alcanzar el “tiempo de comprender”.
El interrogante sería: ¿Hasta dónde el sujeto está dispuesto a implicarse en aquello de lo que padece?, ¿hasta dónde quiere saber de “eso” de lo que padece y le concierne? Éste es, tal vez, el límite de nuestro trabajo en la clínica, pública y privada. Como Freud señalaba, psicoanalizar es un oficio imposible.
Bibliografía Consultada
· Freud, S. “Sobre la iniciación del tratamiento”, en Obras Completas, Tomo XII. Amorrortu Editores. Buenos Aires, 2001.
· Freud, S. “Psicología de las masas y análisis del Yo”, en Obras Completas. Tomo XVIII. Amorrortu Editores. Buenos Aires, 2001.
· Lacan, J. El Seminario. Libro 1. “Los escritos técnicos de Freud”. Editorial Paidós. Buenos Aires, 1988.
· Lacan, J. El Seminario. Libro VII. “La ética del psicoanálisis”. Editorial Paidós. Buenos Aires, 2003.
· Lacan, J. El Seminario. Libro XI. “Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis”. Editorial Paidós. Buenos Aires, 2007.
· Lacan, J. “El tiempo lógico y el aserto de certidumbre anticipada. Un nuevo sofisma”, en Escritos I. Siglo XXI Editores. Buenos Aires, 2008.
· Lacan, J. “La dirección de la cura y los principios de su poder”, en Escritos 2. Siglo XXI Editores. Buenos Aires, 2008.
· Miller, Jacques-Alain. “Introducción al método psicoanalítico”. Editorial Paidós. Buenos Aires, 2006.
Sinatra, E. “Las entrevistas preliminares y la entrada en análisis”. ICBA. Buenos Aires, 2010.
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